domingo, 30 de mayo de 2010

Amsterdam, Holanda.

Verano de 2009

Las calles de Amsterdam se mueven como un perro por los callejones de la gran ciudad. Amsterdam es la única ciudad a la que he ido que puedo decir “la ciudad está viva”. Sólo hace falta darse un paseo por ella, por los canales (en los cuales si te metes, con una infección en la piel seguritito que sales y aún así la gente se detiene a contemplar su belleza), por la zona roja (donde las vitrinas te miran con ojos seductores, donde los shows de acto sexual en vivo tienen descuento familiar y donde mas de la mitad de las vitrinas están cerradas, la chamba es dura), de noche por la calle, observando a turistas felices que a la vez ven a turistas felices, caminar por la calle y oler la vaharada mefítica del porro (o los porros) que se están echando los visitantes u otros, los barrios de gays donde... pues hay gays, chinos vendiendo mota en el barrio chino, estar sentado en el dam en la tarde mientras el sol se pone y tu observas a todo el mundo caminando hacia su destino, deteniendose espontáneamente a observar a los raperos, futboleros, músicos o simples teatrales que se ponen en el dam a ganar unos centavos. Sólo hace falta verla; la hermosa ciudad de Amsterdam, plana como el vidrio de tu escritorio y aún así una parábola entre las ciudades.

La moda tenía 5232147 definiciones diferentes, desde vestidos extravagantes hasta chicas pegadas en la pared; Y es esto, chicas pegadas en la pared que se me quedó mas grabado, chicas de espaldas observando algo imposible para nosotros pegadas a una pared, imposible saberlo todo. Tomé mas de 200 fotos en ese viaje, y creo que esta es con la que me siento mas a gusto.


 Ahora sólo vivo para volver.


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